Sábado
27 agosto EVAE 2016
Maria José Oliva Marín
Raquel Vela Boza
Carmen Sánchez Martínez
Maestras de Educación Infantil del CEIP Clara Campoamor de Bormujos (Sevilla)
Sólo una crisis – real o percibida – da
lugar a un cambio verdadero. Cuando esa crisis tiene lugar, las acciones que se
llevan a cabo dependen de las ideas que flotan en el ambiente. (Milton
Friedman)
Me planteo cómo empezó todo,... y fue exactamente así, de una crisis.
Hacía ya años que veníamos trabajando de
forma diferente, sin libros de texto, por proyectos, dándole más importancia a
los valores, emociones,... que a los contenidos curriculares; sin embargo, aún
seguíamos sin sentirnos satisfechas del todo, había cosas que seguían sin
gustarnos, por qué se le daba tanta importancia al maestro/a, al método, a los
libros,... y tan poca al niño/a, por qué se considera los mejores alumnos/as a
aquellos que hablan poco, que sólo lo hacen para responder a algo que has
planteado tú y que casi siempre es una pregunta cerrada, por qué nos empeñamos
en que todos hagan lo mismo a la vez, ¿acaso eso es lo que hacemos en la vida
real? Creo que precisamente de ahí empezaron a surgir respuestas a algunas de
nuestras preguntas, ¿por qué no educar por y para la vida real?
Sin saber cómo, La metodología
montessori llegó a nuestras vidas, así que pensamos que lo prioritario era
formarse. Realizamos cursos de formación con Colette Parent Chaumier y Celine
Hameury.
Pero después de la formación, llegó el
momento de materializarlo, de llevarlo a la práctica, de hacerlo realidad en la
escuela pública, con sus ventajas pero también con sus inconvenientes... así
que lo empezamos a poner en marcha progresivamente, hasta que este curso que
hemos comenzado con los tres años, nos hemos convertido en aulas montessori en
las que no hay libros, ni fichas y se respira un ambiente diferente.
Concebimos nuestras aulas como espacios
despejados para promover la concentración y tranquilidad de los niños, huyendo
de muchas imágenes, murales y estímulos visuales.
Los materiales están colocados en
espacios visibles y accesibles, de forma que los niños y niñas tengan la
independencia de manipularlos cuando les apetezca.
Buscábamos crear un espacio tranquilo
donde el niño/a se sienta seguro/a, motivado/a y feliz, así que cada mañana
cuando llegamos a clase nos descalzamos y trabajamos con aquel material que nos
apetece en cada momento.
No existen actividades guiadas, no se
trabaja todos a la vez en ningún momento, y sobre todo, intentamos que no se
nos escuche a nosotras, sino a ellos... lo que les cuesta, ya que no están
acostumbrados a hacer lo que les apetece, sino a que se piense por ellos, y sin
escucharlos, se les diga qué es lo que tienen que hacer en cada momento.
Tendríamos tantas cosas que contar,...
seguimos en nuestro proceso de aprendizaje, eso son nuestras aulas, espacios de
aprendizaje compartido.
Para finalizar, tan sólo hacer hincapié
que este cambio no se trata de un cambio en el aula o el método, sino un cambio
que ocurrió dentro de nosotras mismas y que nos lleva a concebir la vida y por
ende la educación y los niños y niñas de forma diferente.
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